Los estudiantes emplean gran parte de su infancia y adolescencia en la institución educativa a la que pertenecen, por consiguiente el docente es un agente activo de desarrollo en las habilidades socio-emocionales de los alumnos. En consecuencia es necesario fortalecer los esfuerzos por brindar una formación integral a los futuros maestros, en donde no solo se fomente el desarrollo de competencias cognitivas sino también se le brinden estrategias para un adecuado manejo de los niveles de ansiedad y regulación de emociones, convirtiendo al docente en un modelo de aprendizaje socio-emocional de mayor impacto para los alumnos y mejor preparado para afrontar con mayor éxito la demanda de padres, alumnos, estrés y exigencia laboral.