Las evoluciones substanciales que sufre la sociedad moderna se reflejan dentro de la cotidianidad y el quehacer de las instituciones; razón que motiva en muchos casos, a cambios acelerados así como confrontaciones que propician crisis estructurales en diversos sectores. Desde esta óptica, los cambios acontecidos en el entorno organizacional, sumadas a las necesidades sociales vinculadas a las diversidades humanas, inducen a reconocer la necesidad de otro tipo de competencias, las llamadas competencias emocionales. En este sentido, los gerentes educativos, especialmente en las universidades, para alcanzar el éxito, no sólo ameritan reaccionar a lo que ocurre tanto dentro como fuera de la organización, sino que requiere anticipar sus movimientos, poner en marcha otros, ordenar y reordenar prioridades además de recursos. Es por ello, que las personas que laboran en una organización se diferenciarán en su cultura, en su proceso de formación es inevitable la aparición de conflictos, es por ello que es necesario promover los valores como la cooperación, armonía y respeto de las opiniones de los demás, los cuales pueden ser una eficaz medidas para minimizarlos.