La muerte de Dios y el nihilismo son probablemente las propuestas nietzscheanas más relevantes para comprender nuestra actualidad. En este obra se presentan desde la perspectiva poética-romántica de Jean-Paul Richter: gesto drámatico que toma la escena a través de las voces de Así habló Zarastustra. El más feo de todos los hombres no soporta la mirada impúdica de aquel que todo lo ve, se llama así mismo: el asesino de Dios. Los Reyes, sombras del poder, deambulan junto con sus asno entre la muchedumbre. El hombre de la sanguijuela, especialista en las cosas pequeñas, otorga su propia sangre en aras del conocimiento. El Jubilado, quien más y mejor conoció a Dios, se ha vuelto un melancólico, el último Papa. Estos hombres superiores caminan tras Zaratustra, de quien esperan la cura para su mal, la orientación en el desierto, quizá un último lugar donde esperar la nueva aurora.