Los vientos de cambio que soplan en Latinoamérica y que la están llevando a buscar soluciones en las así llamadas izquierdas políticas, deben llamarnos la atención sobre la situación que se está planteando. No es casual que cuando nuestro devenir hizo crisis a finales de los sesenta y hasta bien entrados los setenta, esta misma época viera aparecer en el horizonte filosófico a la Filosofía de la Liberación. El momento histórico pareciera propicio para volver a esta filosofía porque hace falta definir conceptualmente la necesidad de encontrar la raíz de nuestros problemas y las posibles soluciones. Desde nuestra actividad podemos de alguna manera contribuir a la búsqueda de soluciones viables, podemos conceptualizar problemas y soluciones y de esta forma poner en un contexto el movimiento que empezamos a ver como desordenado y caótico, podemos contribuir desde la razón a un cambio necesario, podemos ayudar a poner orden en el desorden. Pero ¿Podrán estos cambios locales y globales ser absorbidos por la propuesta que se plantea la Filosofía de la Liberación? ¿Es adecuado rescatarla a fin de proponerla como instrumento normativo de los cambios de los que ya estamos siendo testigos?