En el torbellino de la globalización de las ideas, el bono poético- significativo de la arquitectura, hibernó en nuestra contemporaneidad, pero parece claro que sigue latente, garantizando al mismo tiempo la relación fundamental de la arquitectura con el hombre-pensante y la asunción de la arquitectura como arte. Sin embargo, se da la circunstancia de que hoy, la crisis económica que azota Europa llegó revivir las diferencias políticas y culturales entre las regiones. Y en esa medida ,parece emerger de nuevo, el deseo de estéticas diferenciadas hincadas en las identidades culturales de las diferentes partes de Europa. La misma Europa que está en ruta obligada para una unificación política. En este contexto, el tema de este trabajo puede tener un nuevo impulso en calidad de un testigo, de como la esencia de la arquitectura -el espacio- puede tener un contenido significativo y estético, y cómo este contenido puede reflejar, de diferentes maneras, los contextos a los que está conectado a través de la historia (de la memoria) de la cultura, del paisaje, de la geografía y de las ideologías.