«El pueblo es un rebaño imbécil ... Le dicen: “Diviértete”. Y se divierte. Le dicen: “Vete a luchar contra el vecino”. Y va a luchar. Le dicen: “Vota al Emperador” (...)». Esta cita podría ser de Tácito, Cicerón o de Marcial. Es la habitual visión que las élites de la sociedad tienen sobre las masas populares. Es la forma tradicional en el que los más desfavorecidos son retratados en las fuentes. Y es también el desinterés que la historiografía decimonónica mostró hacia la llamada «gente sin historia». Pero resulta al mismo tiempo una manifestación de una determinada situación social y, por qué no, también económica y política. Esta sería la cultura popular. El estudio de esta cuestión en la época de la República romana, referida a la plebe, pretende indagar en esta situación social, económica, política y cultural, en la que vivían las masas humildes en Roma; no en el ámbito más concreto de una cultura propiamente de la plebe. Supone un desafío teórico y metodológico por la dificultad en el trabajo con las fuentes disponibles. La pregunta sería por qué se afirma, como lo hace Maupassant en «El Horla», que el pueblo es un rebaño imbécil; más que plantear esa aparente no cultura.