No podremos entender de forma cabal el sentido último de nuestra contemporaneidad si no comprendemos previamente la violenta y tumultuosa genealogía de la misma. Nuestras sociedades, cada vez más determinadas (y sometidas) por la tiranía inclemente de unos "mercados" omnipotentes a los que nadie parece poder frenar o contener, vienen prefiguradas por una secular trayectoria cuyo hito más decisivo fue la sociedad industrial decimonónica. Porque fue entonces cuando cristalizó la "sociedad de mercado", la más exótica y extraña de todas las sociedades habidas a lo largo de la historia de las civilizaciones humanas. Semejante cataclismo, absolutamente insólito, bien cerca estuvo de desembocar en una mercantilización de todos los resortes societarios y comunitarios de la vida humana. Frente a este "molino satánico", cuyo avance produjo una conmoción antropológica y política sin precedentes, la sociedad siempre articuló múltiples defensas. Y fue Karl Polanyi, desde luego, una de las figuras más lúcidas y preclaras a la hora de abordar críticamente todas las dimensiones de este complejísimo proceso. Sus análisis, empero, todavía hoy siguen siendo pertinentes.