La evaluación de las universidades está normalizada por los cánones de acreditaciones reconocidas por diferentes entidades públicas y privadas de muchos países y sus respectivos gobiernos. Sin embargo, la evaluación del personal docente queda a criterio las propias universidades. Si bien, parece lógica este proceder, se torna anti producente cuando la evaluación del personal docente se hace por métodos deterministas que no permite conocer “quién es quién”. Esta situación es recurrente en muchas universidades. Este libro toca este tema y está basado en dos investigaciones realizadas en la Facultad de Administración de Empresa (FADE) de Chimborazo en Ecuador y en la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales (FCEE) de la Universidad de Cienfuegos en Cuba. La utilización de la lógica difusa como método de evaluación de las competencias del personal docente universitario, demuestra que para evaluar seres humanos hay que utilizar herramientas flexibles que se acerquen al proceder de los seres humanos. Con esta investigación no se pretende determinar el mejor o el peor, sino en qué medida los docentes son competentes para desarrollar sus funciones académicas.