Vivir el espacio, el estar ahí, es la condicionante para que el espacio adquiera significado. Las relaciones sociales, producto de las actividades culturales, políticas y económicas que en él se desarrollan, es la resultante de la vivencialidad humana. El espacio público es el espacio referencial, es el espacio que nos crea y transmite un significado, estamos entonces ante un lugar en el que se puede encontrar una representación amplia de la sociedad, el cual es un lugar de libre acceso y movilidad para las personas, donde no importa su origen, credo o raza. Ejemplo de ello, son la plaza, el parque y la calle; aunque tienen unos límites definidos, su función trasciende su ámbito espacial. Si bien el espacio público tiene la factibilidad de cumplir diversas funciones, es también el escenario de la conflictividad social, es decir, que se le asigna una función u otra, respecto de la “importancia” social o política que predomine. Los lugares de encuentro, en particular la plaza, como elemento de análisis, tiene importancia como elemento ordenador de la ciudad, y permiten generar una significación social de este espacio.