¿Estamos inmersos en un periodo de deshumanización creciente? Y si así fuera ¿Cómo podríamos aceptar el reto de la innovación tecnológica sin dejar por ello de identificarnos con nuestra conciencia humana? Y en el caso que nos ocupa, ¿De qué manera podríamos encauzar el problema de la educación salvando los obstáculos propios de la realidad actual? Porque en esencia y, en cualquier caso, se trata de no perder nuestra identidad consciente, espiritual y sensible.