El autor explora los efectos distorsionadores que posee la crisis integral de Occidente sobre la vivencia de la identidad en el sistema mundo actual. Proponiendo que una salida lateral a esto se gesta a través de la configuración de nuevas formas de ser, pensar y actuar diferenciado, considera que este proceso de re-significación y afirmación de la diversidad de figuras posibles de lo humano es resultado de la resistencia colectiva a las formas de exclusión presentes en la centralización de significados y sentidos de la sociedad capitalista en decadencia.Destacando la dignificación de los excluidos, afirma la construcción en ciernes de un nuevo horizonte de habitabilidad del mundo que, por lo que se entrevé en la bruma, al final estará constituido por la reorganización de relaciones humanas a través de un cotidiano roce inter-fronterizo de identidades, en el cual se precipitarán lugares y momentos de encuentro íntimo y filial, tan satisfactorios como despreocupados.