Con el incremento de las tecnologías, el acceso a la información y las nuevas formas de relaciones humanas, las actuales generaciones de estudiantes en la universidad han cambiado más rápido de lo que el sistema puede adaptarse. Esto ha propuesto el gran desafío de educar y formar en nuevos contextos tomando en cuenta, además, el incremento de la población estudiantil en educación superior y la disminuida preparación de los y las estudiantes para afrontar la vida universitaria. Tal hecho, ha obligado a las casas de estudio de educación superior a re-plantear la forma de acompañar y apoyar al estudiante, más aún aquel que está más desposeído académicamente, de manera que también alcance el éxito académico, de a cuerdo a los estándares de calidad establecidos. Pensar en un apoyo emocional años atrás podría haber parecido poco necesario, sin embargo hoy el desarrollo de competencias emocionales articuladas a las académicas parece ser una importante llave para alcanzar las metas que esperamos. Tener en cuenta que el mejoramiento del rendimiento académico es multifactorial implica un apoyo desde lo emocional a lo intelectual, obligando a las universidades a ser más complejas.