Los grupos criminales son los principales responsables del actual fenómeno global de una nueva economía de guerra, en la cual estas agrupaciones, en interacción con otros actores, crean desorden y violencia en ‘áreas sin ley’ y Estados fallidos en el mundo (como en Colombia, Afganistán o Líbano), con el propósito de desarrollar actividades delictivas de alto lucro como la producción de droga, el tráfico de armas, y la explotación clandestina de recursos naturales. Estos actores internacionales no estatales e ilegales tienen la capacidad de actuar a través de las fronteras pero también al interior de los Estados. El crimen organizado es un problema que va en contra del orden mundial y estos grupos criminales aprovechan las democracias emergentes, que son las más débiles, para desestabilizarlas, lo que trae como consecuencia su debilitamiento institucional y económico.