En el proceso educativo concurren dos posturas lingüísticas, que suelen confrontarse: la normativa y académica del maestro y la del alumno, que está sustentada en la intuición y contacto con el entorno familiar; de tal enfrentamiento depende, en gran medida, la proclividad del educando a la resistencia educativa. Por todo ello he decidido que entender el funcionamiento de las palabras dentro de un contexto –no he de evaluar si es bueno o malo - es la clave para poder vencer la resistencia del alumno a dejar sus formas lingüísticas aprendidas y aprehendidas por devenir de su núcleo familiar. Es decir, La lengua, como ya lo mencioné, por ser inherente al individuo, es evolutiva como él mismo, y por ende, admite cambios en el proceso de su desarrollo y su estructuración, cambios que están fundamentados en el decurso y advenimiento de la evolución humana (la historia está llena de conceptos que se ponen de “moda” y que están puestos a disposición de intereses particulares específicos). En la actualidad no podemos decir que el desplazamiento lingüístico sea provocado por intereses particulares, pero sí se puede decir que es provocado por el desconocimiento de la norma gramatical.