Brígido Ibanhes, en 1987, supo de la ubicación de la estructura piramidal, donde, según la leyenda guaraní, se encontraría el mayor tesoro de las Américas, a través de un pergamino de los jesuitas, tomado de los sótanos del Vaticano. El guardián, Caiuón, identificó el cuadrado de piedras talladas. Desde 1657, los españoles buscaron en el sitio, basándose en un mapa presentado por el nativo Domingo al ombudsman João Blasquez de Valverde. En las excavaciones del Cerro do Gato Preto, el escritor demostró fenómenos de gran impacto y transformó sus conceptos filosóficos, morales y espirituales. Nunca más su vida, y la de sus compañeros, fue la misma. Por alguna razón desconocida, Volta Grande, muy cerca de los reveladores agroglifos de Ipuaçu (SC) simboliza el retorno de la Humanidad a su Génesis, después de un gran retorno por las estrellas.