La historia ha perpetuado el mito sobre la incapacidad de la mujer para hacer ciencia, bajo la premisa de que su cerebro y/o cuerpo le dificulta el acceso a ella, por lo que ha tenido que luchar contra los paradigmas sociales impuestos por las sociedades modernas, que le impiden participar en la educación y la tecnología, confinándola al ámbito doméstico, a la invisibilidad laborar, ya que siguiendo las recomendaciones prácticas para la vida al hombre le conviene que se mantenga en silencio.La restricción social y cultural, la economía, la situación política y la condena religiosa influyeron para que el oficio sanador femenino fuese ignorado y rechazado por la ciencia y los científicos decimonónicos mexicanos. El objetivo de este trabajo es contestar la pregunta ¿es posible reconocer o rescatar la presencia femenina en las ciencias de la salud entre 1833 y 1910 en la Ciudad de México? Con referencia a la práctica empírica y la enseñanza de la obstetricia, la medicina, la dentistería, la farmacia y la enfermería.