El ambiente es un tema de preeminencia en las relaciones internacionales que no escapa al accionar de los grupos de presión que procuran hacer que sus resoluciones se tornen favorables a sus intereses. Las discusiones entre los actores se centran en la pervivencia de un modelo de desarrollo que ha demostrado ser ambientalmente predador, social y económicamente injusto. Los sectores que avalan este modelo jamás permitirán su transformación, si significa pérdidas de cuotas de poder en el escenario mundial. No obstante, el ambiente ha tomado relevancia propia en la sociedad internacional lo que ha exigido a las empresas un papel más proactivo en su defensa y en la promoción del desarrollo sostenible humano; hoy se reconoce a las empresas como actores de la sociedad internacional y cada día se les delegan más responsabilidades y obligaciones en atención a su incidencia e impacto económico, social, político, cultural, ambiental y ecológico.