En la teología política de Metz se pueden observar otras categorías –que se podrían llamar menores- como por ejemplo, la pobreza en el espíritu, la religiosidad práctica, el paradigma del trabajo por todos y la compasión, todas estas categorías menores complementan la acción del sujeto en su misma dignificación, asumen un puesto importante en el desarrollo de la subjetividad, porque la gran apuesta de este siglo, y de los siglos venideros, es la distinción clara del sujeto y el objeto. En este sentido la especulación teológica de Metz es sumamente acertada, cuando logra informar al hombre de estos últimos tiempos sobre su lamentable posición en el mundo, al ser el hombre considerado un sistema autorreferencial y no un ser que tiene corazón y sentimientos, sino que cada día se expande más la idea de que el hombre es una objeto manipulable, que no tiene corazón.