Se considera a la universidad pública como el último bastión que le queda al país para pensar y proyectarse. Teniendo en cuenta que es una máquina de producción cultural-educacional, sus carencias afectan las posibilidades de ascenso social y económico que, de continuar este proceso, comienzan a disminuir aumentando la marginalidad en la sociedad. Mientras que el conflicto en el ámbito estudiantil continúa sin encontrar soluciones, alumnos de diferentes edades y establecimientos, a través de distintas manifestaciones se fueron juntando para reclamar por diferentes motivos, pero con un punto común a todos: la defensa de la educación pública. En un contexto de repliegue de la política estatal en educación, esta misma sigue siendo una materia pendiente en el orden social, dirigencial y político. Las manifestaciones estudiantiles constituyen un objeto interesante de análisis, detrás de ellas subyace una crisis en relación con la cultura política y por ende, una necesidad social de saber qué sucede, quiénes son y por qué abocan su tiempo de estudio a marchas, asambleas, pintadas y distintas maneras de comunicar su disconformidad contra un sistema que parece estar al borde de colpasar