Los feminismos poscoloniales y las formas de hacer y construir educación, nos llevan sin duda a pensar en quiénes somos, a tener conciencia de nuestros orígenes de nuestras identidades y nuestras subjetividades, cosas que no aprendemos en el colegio, no sabemos que significa ser mujer, que conyeva, cuáles son nuestras luchas ni porque debemos hacerlo. ¿Porqué aprender lo mismo y de la misma manera que los hombres?, ¿porqué nuestras propias preocupaciones no son tomadas en cuenta al momento de formarnos en las escuelas?, ¿porqué nuestra vida real no es parte de los espacios educativos? Somos mujeres y casi por defecto marginadas. Estamos en los bordes de las sociedades y desde ahí nos configuramos. ¿Cómo construir maneras de formarnos desde las singularidades?, ¿cómo llevar las preocupaciones femeninas a las escuelas teniendo en cuenta esa condición? Éstas son sólo algunas de las preguntas que en este libro aparecen y que invitan a reflexionar en torno a nosotras como mujeres y nuestros aportes a sociedades y espacios educativos más justos en tiempos donde las individualidades de cada una son un valor casi perdido.