El palin como una práctica tradicional mapuche, se está posicionado en los espacios públicos de la kara (ciudad). Las y los mapuche residentes en las ciudades, han visto en el una forma de vivir y significar su propia identidad. Además, constituye un ejercicio que vincula a las/los mapuche con los lov, en los Territorios rurales. Así, las identidades mapuche tienden a reforzarse en las urbes. Esto ha implicado un despertar de las nuevas generaciones, quienes se han ido empoderando en una escala temporal acotada. Aquí es donde radica el gran valor de encontrarse con el palin. De cierta forma, puede definirse como una expresión de la identidad mapuche en movimiento, que se puede territorializar en nuevos y viejos espacios.